2008/04/05

LUGARES COLOMBINOS


Muelle de las Carabelas

En el año 1994, El Muelle de Las Carabelas se levantó en el paraje de La Rábida, creando y reivincando el lugar de partida y gestación de ese primer viaje, de ese primer proyecto por el que nadie, a excepción de nuestros antepasados, apostaba.

Algún día no muy lejano, la calzadilla resucitará, y de sus cenizas nacerá un museo naval, que con toda sencillez nos dirá de su grandeza.
El enclave perfecto de Palos, situado entre las marismas y arenales de la desembocadura de los Ríos Tinto- Odiel, obligó a sus habitantes a mirar hacía el mar como único medio de asegurar su subsistencia. La vocación marinera de Palos venía gravemente favorecida por la inmejorable situación de la villa. junto al río, en un lugar donde éste tenía la suficiente anchura y profundidad como para que pudiese fondear en él un buen número de barcos, a cubierto de tempestades y vendabales, y protegido de ataques piratas por la inmediatez de la fortaleza que dominaba el canal.

A lo largo del siglo XV la navegación se convirtió en el principal quehacer de sus habitantes y en la principal fuente de riqueza para toda la villa. En aquellos años de finales del XV, las costas Atlántico-Andaluzas y sobre todo las cercanas a Portugal, eran testigo de un desarrollo técnico y científico en el arte de la navegación, que hicieron posible cruzar ese inmensidad desconocida que era la Mar Océana. Por otro lado una nueva Europa necesitaba ampliar las fronteras para sus mercados y demandaba nuevos productos. El viaje colombino era muy necesario.

Para que todo esto se llevara a cabo sólo se necesitaba las circunstancias necesarias, y éstas sólo podían darse por el azar y por caprichos del destino en las costas onubenses. Aquí se encontraban no sólo los medios adecuados, sino los hombres y marineros expertos y experimentados en las artes de navegar, convirtiéndose así, en el lugar ideal para dar forma a la aventura americana.
Si Colón llegó a Portugal cincuenta años demasiados tarde, y a Inglaterra y Francia medio siglo demasiado pronto, a las costas de Huelva llegó en el momento oportuno, dando paso tras muchas penurias y sin sabores a la mejor gesta jamás contada. Un cuarto de espacio real se abría ante los ojos del mundo, dando paso así, al "Gran Descubrimiento". Es por ello, que este enclave tan emblemático se nos identifica sin tener que retroceder en el tiempo para comprender la enorme inquietud que sin duda hubo de presidir la partida y todos sus preparativos.

Con el Muelle de las Carabelas en La Rábida se conjuga la visión de un hecho trascendental con la visita al interior de las naves, se mezcla la gestación del proyecto con la posibilidad del gran viaje.

Si el Monasterio representa el lugar donde se elaboraron las tesis y estrategias, el lugar que sirvió de cobijo a un Almirante desilusionado mientras fraguó el viaje, el Muelle nos lleva a la acción, a los días de penurias y salves, a esas vivencias que tuvieron este mismo escenario y que duraron desde un 3 de Agosto a un 12 de Octubre.

Por ello, en una dársena semicircular, a orillas del Río Tinto y a tan sólo algunos kilómetros del "Real" puerto que vió salir a sus antecesoras allá por el año 1492, se ha ubicado este edificio. El enclave, el suyo original, cuenta con un espacio complementario donde se sitúan una Sala de Exposición dedicada al siglo XV y una Sala de Audiovisual, pero además, cuenta con una amplia zona al aire libre donde se ubican las naves. Por babor, La Niña, en el centro, la capitana Santa María, y a estribor La Pinta, que conducirán al visitante a la acción de todo lo relatado.

En la Sala de Exposición, encontrarán correspondencia de Colón a los Reyes, cartas de navegación con rutas trazadas, tratados de delimitación que nos enfrentaba al País Vecino y un sinfín de documentos, mapas y portulanos que sirvieron de primer auxilio en esa primera travesía, donde guiados por instrumentos, unas veces mediante las estrellas, y otras mediante la estima, fueron finalmente capaces de lograr el reto marcado. Igualmente podremos, mediante unas secuencias y la realidad, convertirnos en un estupendo carpintero de ribera, para con sus herramientas ser capaces de reparar la nave.
A continuación, en el Audiovisual, durante veinte minutos de narración, de boca de las embarcaciones, el visitante será capaz de verse embarcado en dicho viaje, captar las calamidades y pertrechos que Colón y sus hombres tuvieron que llevar a cabo en ese largo y duro viaje, y gritar a la par de Rodrigo de Triana esa ansiada "Tierra".

A la salida, podrán dirigirse, por fin, a las naves. Del estudio se pasará a la acción, a lo vivido, al punto culmen de la visita. Será el momento de trasladarse al día de la partiada, día de lloros y despedidas de familiares y amigos, día de rezos y oraciones de todo aquél que se encontraba cerca, día de poner en marcha un proyecto por el que nadie apostaba.

Desde los pantanales de acceso a las mismas, podrán ya comprobar sus características marineras, y comparar las tecnologías actuales con la carencia de medios y conocimientos en la Época, dando fe de que tres "Cascarones Flotantes" iguales a estos, fueron no sólo capaces de atravesar el Mar Tenebroso, sino regresarlo, como hasta entonces nadie había hecho, y poder contarlo.

En el interior, mediante la ambientación realizada, la tripulación a bordo, el mobiliario empleado y el avituallamiento embarcado, se harán una idea de las condiciones en las que se realizó el viaje. Escucharán el viento topando en las barrigas de madera, las voces de unos y otros izando velas, notarán los vaivenes de la nave, las peleas y motines a bordo, sentirán el frescor de la brisa y el calorcito del fogón. Podrán, en definitiva, sentirse marineros y gritar incluso, como no, esa ansiada tierra, simulando aquel vigía que desde la Pinta lo gritara.
Éste, será un espacio abierto a la imaginación. Hoy, en el Muelle de las carabelas, los aparejos continúan en su posición departida, están como tensos por las anclas que no se levan. Los marineros, inmóviles, observan el paso de los visitantes. Los alimentos siguen en sabor y energía concentrando su pureza para el largo viaje, y el Almirante medita. Ahora, sobre la nueva ruta de sus Carabelas. Se ve prisionero de la marisma y surca un nuevo camino imaginario que lo conduce a los corazones de miles de niños que han estado en sus cubiertas, y de tantas otras personas que pudieron comprender mejor la grandeza de su hazaña.

Estos barcos, cansados ya de singladuras, son los zapatos con los que caminaron los marinos de Palos. pero quién sabe si en el ambiente sonoro de sus cubiertas, sueñan...:"¡En el nombre de Dios, larguen velas!".
Es por ello, que la Rábida, siga siendo esa puerta abierta al mundo, dispuesta recibir con la hospitalidad y generosidad que caracteriza a este pueblo a cuantas personas nos visiten.

Además, queremos mostrarle un sinfín de actividades, dando paso a los viajeros oficios artesanales que conforman el estilo de vida de nuestros pueblos hasta hace bien poco tiempo. Y lo hacemos con el propósito de mostrarlo a quienes nos visitan. La dársena del muelle volverá a llenarse de vida, tratando de emular lo que pudo ser la vida de nuestros puertos a finales del Medievo. Maestros y oficiales herreros, alfareros, cesteros, guarnicioneros, zapateros, toneleros.. recrearán antiguas formas de trabajar los elementos más sencillos de la naturaleza, involucrando a niños y mayores en el aprendizaje de tan nobles oficios.


Este espacio cuentan cafetería y tienda de souvenirs.


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